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Liahona, Junio 1997
“Mi experiencia más grande en la Iglesia fue cuando Spencer W. Kimball
se quedó en nuestro hogar. Lo llevé en un viaje por el sur de mi país en mi
camioneta… Después de su visita, gradualmente se fueron abriendo nuevas ramas
en el sur de Chile”.
El Presidente Kimball junto al hermano Ricardo García
Cuando los misioneros de la Misión Argentina fueron enviados a Chile en
1956, Ricardo y Perla García estuvieron entre los primeros conversos. En septiembre de 1980, los hermanos García
viajaron a Provo, Utah, para recibir sus investiduras y ser sellados en el
templo. Mientras estuvieron en Utah
ellos fueron entrevistados por Luis y Cecilia Espinoza, chilenos residentes en
Provo que sirvieron con ellos en una de las primeras ramas organizadas en
Chile. De esa entrevista publicada en
Salt Lake City por la revista “This People” es el siguiente extracto que
contiene el testimonio de dos pioneros de la Iglesia en nuestro país.
Hermano García: En 1954
cuando David O. McKay pasó por Chile en un viaje desde Argentina, el hermano
Fotheringham, un americano que estaba dirigiendo la compañía Kodak en Chile, le
pidió a él que enviara misioneros. Elder
McKay habló con el presidente Valentine que presidía en Argentina. Cuando los misioneros llegaron a Chile y
comenzaron a buscar un lugar donde establecerse, ellos se encontraron con mi
esposa que estaba muy temprano por la mañana barriendo la vereda al frente de
la casa.
Hermana García: Ellos me preguntaron si estaba interesada en conocer
algo acerca de Dios. Les dije que sí y les pedí que pasaran. Ellos comenzaron
enseñándome los conceptos básicos de la Iglesia, cosa que coincidieron con lo
que yo ya creía. Así que nunca estuve en desacuerdo con ellos.
Ellos querían hablar con mi esposo, así que les dije a ellos que
vinieran a casa a la una en punto del día miércoles. Con esa seguridad, ellos llegaron con
precisión matemática a las 1:00 P.M.
Les dejé para que conversaran con él, y después de un rato ellos
sostenían una animada conversación, matizada con risas.
Hermano García: Mi primera relación no fue del todo animosa, ya que
muchos misioneros religiosos me habían hablado en diferentes ocasiones antes.
Yo pensaba, “Esto es la misma cosa”.
Entonces el hermano Fotheringham me invitó a su hogar, y yo quedé muy
impresionado con la clase de vida él llevaba. Su familia era diferente a la
mía.
Desde ese momento comencé a asociarme con la Iglesia, y antes de que me
diera cuenta de lo que estaba sucediendo, yo estaba cantando los himnos. Yo sentí un poco de vergüenza al principio,
pero no pasó mucho tiempo cuando ya estaba dando discursos.
Ellos me dieron folletos para leer y me hablaron acerca del Libro de
Mormón. Entonces una noche cuando estaba muy desanimado, vinieron los
misioneros. “Es tiempo de que usted se
bautice”, dijeron ellos. “Eso fue nuevo para mí. Pero yo sabía que ellos
estaban en lo correcto… No pudimos encontrar una pila bautismal. Entonces, un compañero de trabajo me dijo,
“nosotros podemos conseguirte una piscina del Country Club, pero tendría que
ser a las cinco de la mañana…”.
El agua estaba muy fría, y no había lugar para cambiarse. Tuvimos que ir
detrás de los arbustos –uno de nosotros sostenía una toalla mientras el otro se
cambiaba. Cuando estuvimos listos, el
misionero me dijo, “Hermano García, usted será el primer chileno en entrar a
las aguas del bautismo”.
Fuimos ocho los que nos bautizamos ese día, pero los comienzos de la
Iglesia fueron extremadamente difíciles. Con la ayuda del Presidente Pace
comenzamos a progresar muy lentamente…
Hermana García: Nosotros vivíamos como todos, pero nos faltaba algo
espiritual –nuestras vidas estaban vacías.
Hermano García: La Iglesia nos hizo desarrollar una cultura
espiritual. Eso es lo importante para mí –La iglesia nos trajo orden.
Mi experiencia más grande en la Iglesia fue cuando Spencer W. Kimball,
entonces un apóstol, se quedó en mi hogar.
Le llevé por el sur del país en mi camioneta, y el bendijo a mi hija que
estaba saliendo para cumplir una misión. Después de su visita, ramas fueron
abriéndose lentamente a lo largo del sur de Chile, y en mi trabajo fui
transferido al sur una y otra vez. Por qué sucedió esto, no puedo explicármelo,
pero nosotros fuimos adelante, ayudando y abriendo ramas.
Hermana García: Pienso que realmente nuestro trabajo comenzó cuando
la primera capilla se empezó a construir en Chile –la capilla de Ñuñoa. Creo
que el Señor nos escogió para ser sus trabajadores, porque dondequiera que
Ricardo fuera transferido, una nueva rama era formada. Como familia nosotros
fuimos trabajando y fortaleciendo la Iglesia. No éramos perfectos, pero éramos
una familia. Otra gente nos imitó y se unió a la Iglesia.
En Curicó mi esposo fue presidente de Rama, y yo presidenta de la
Sociedad de Socorro del Distrito. Tan pronto como tuvimos todo organizado,
fuimos transferidos a Osorno, cerca de Puerto Montt. Muy pronto, cuatro ramas fueron abiertas, en
Temuco, Valdivia, Osorno, y Puerto Montt. Ricardo fue presidente del Distrito,
y yo fui presidenta de la Sociedad de Socorro del Distrito.
Hermano García: Recuerdo que subíamos a la camioneta con todos los
hijos atrás. Algunas personas, como la familia de un vecino alemán que se había
puesto en una posición contraria a la Iglesia, comenzó a preguntarse que
hacíamos nosotros saliendo con toda la familia. Los misioneros escucharon esto
y nos dijeron, entonces les dije, “Visítenlos”. Toda la familia fue
posteriormente bautizada.
El hermano Ricardo García Silva falleció el día lunes 26 de septiembre
de 1994 sirviendo como patriarca en su estaca y como obrero en el Templo de
Santiago. Refiriéndose a él, el presidente de la primera Misión que se
estableció en nuestro país en 1961, A. Delbert Palmer, expresó: “Fue un baluarte de la Iglesia en Chile”.
Hoy en día sobreviven su esposa Perla y sus tres hijos: Perla, Ricardo,
y Elena, su familia Pionera.
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