sábado, 18 de enero de 2014

La compañía del Elder Pratt en Quillota, la ciudad refrescante.


Por Rodolfo Acevedo
Archivo: Páginas Locales Chile
Liahona, Agosto 1984

La ciudad de Quillota remonta su historia al largo período de tiempo que antecedió a la época de la conquista Española, cuando era un poblado indígena dependiente del Incanato del Perú.

Su fundación como ciudad aconteció el día 11 de noviembre de 1717, en pleno período Colonial de nuestra historia patria.

Quillota cuya significación autóctona es “refrescante” fue la segunda ciudad de Chile que acogió al Elder Pratt y su compañía, por aquel entonces un pequeño y tranquilo poblado campesino, enclavado en medio de un valle con un microclima privilegiado, y de variada producción agrícola, especialmente frutas como paltas, chirimoyas, lúcumas, etc.

“Salimos de Valparaíso en una carreta tirada por bueyes, llegando en la mañana del día 25 a Quillota (enero 1952), un pueblito ubicado en un fértil y hermoso valle que bordea un río a 36 millas de Valparaíso”.1

Con estas palabras el Élder Pratt nos introduce en un viaje que nos parece pintoresco y lejano, al pensar en los modernos medios de transporte con que contamos hoy día, pero ese aspecto de su viaje a Quillota nos gratifica nuestro Chile campesino de mediados del siglo pasado, viajes largos entre una ciudad y otra en carreteras tiradas por bueyes que en la mayoría de los casos tomaba días o semanas en cubrir las distancias que las separaban, en este caso la distancia entre Valparaíso y Quillota es de 68 kilómetros, y debe haberles tomado casi una semana en cubrirla.

Quillota les esperaba con su benigno clima, sus hermosas quintas y con una gran variedad de frutas, que son las que le dan un tono particular a este rico valle del río Aconcagua.

Sin duda que para nuestros hermanos quillotanos, las palabras del Élder Pratt describiendo su ciudad de hace más de cien años atrás tendrán un significado muy especial.

Cito a continuación su rico y descriptivo relato:

“Aquí alquilamos una casa y vivimos con una señora viuda y sus dos hijas jovencitas de 15 y 17 años. Ellas son muy sociables y están muy contentas con nosotros. Leen muy bien y se han preocupado de enseñarnos su idioma”.

“Les hemos leído a ellas algunos trozos de la Biblia en español, lo cual les gustó mucho, ya que nunca antes la había leído”.

“La gente de esta ciudad luce muy limpia y son muy cariñosos, sociables muy amigables, francos y espontáneos con nosotros”.

“En general son de piel blanca, inteligentes y de muy buena presencia, además de sencillos en sus costumbres y vestuario”.

“Las casas en su mayoría se ven limpias y agradables, están construidas una al lado de otra, con murallas de barro que separan las calles de los jardines y los huertos”.

“Las casas están construidas de adobe y pintadas de color blanco tanto por dentro como por fuera, con pisos de ladrillo y techos de tejas, muchas de ellas sin embargo no tienen más piso que la tierra y muy pocas tienen ventanas de vidrio”.

“Las calles son estrechas y se cruzan en ángulos rectos. Una cristalina y fría fuente de agua corre por el centro de cada calle y vastas hileras de altos e imponentes álamos, así como también de árboles frutales y viñedos adornan todo el valle”.

“Una montaña o colina, se levanta en medio de la ciudad y está rodeada por todos sus costados de un fértil regado y muy bien cultivado valle”.

“Esta colina está muy cerca a nuestra residencia, es de fácil acceso, dominando con su vista todo el valle el cual es fértil como el Edén”.

“La vista que se nos presenta desde la cumbre de esta colina nos muestra una de las más hermosas escenas que jamás haya visto antes ya sea en el viejo o el nuevo mundo”.

“La cumbre de esta montaña es un lugar de retiro y oración, lo cual hago cada tarde al ponerse el sol”.2

Sin duda que sus oraciones, en un lugar tan bello, “fértil como el Edén”, fueron dedicadas a aquellos días en que la semilla del evangelio restaurado daría sus frutos para siempre en nuestro país.

Qué hermoso saber y estar viviendo aquellos días que la fe y la oración de nuestro hermano vislumbrara hace tantos años atrás, en medio de la quietud y la naturaleza virgen del cerro Mayaca.

La estadía de nuestros hermanos en la ciudad de Quillota se extendió por un mes, tiempo en que deciden regresar a su hogar en los Estados Unidos, su tiempo de conocer la realidad de las tierras sudamericanas había llegado a su fin, su vista ahora está puesta en el día en que nuevos misioneros regresen a estas tierras y encuentren condiciones más favorables para iniciar la predicación del evangelio.


Tráfico entre Santiago y Valparaíso (1851).
(Del viaje de la fragata sueca “Eugenia”.)

El Élder Pratt escribió en su diario:

“Habiendo vivido en Quillota un mes, regresamos a Valparaíso donde nos embarcamos el día 2 de marzo de 1852 a bordo del “Dracut” con destino a San Francisco, California, levando anclas finalmente el día 5 de marzo desde el puerto de Valparaíso en medio de una luminosa brisa”3.

Pasarían ciento nueve años antes de que nuevos misioneros regresaran a Quillota; el día 12 de febrero de 1962 el presidente A. Delbert Palmer acompañado del Elder Beecroft viajaron a Quillota, para asistir ese día a la celebración del primer aniversario de la fundación de la Rama en ese lugar.  El sueño y la oración del Élder Pratt comenzaban a ser una feliz realidad.

Hoy Quillota es una estaca de la Iglesia, y una de las que mayor cantidad de jóvenes tiene sirviendo en el campo misional (en los últimos dos años 32 jóvenes de esa estaca han salido a servir al Señor como misioneros). En relación con una pregunta en cuanto al éxito de tener tantos jóvenes en el campo misional, su presidente de estaca hermano Máximo Méndez Iribarren respondió con una frase muy expresiva, él dijo: “Hermanos, las líneas están puestas, nosotros solamente empujamos el carro”.

Sin duda que antepasados de estos jóvenes conocieron de los esfuerzos de los primeros misioneros de la verdad restaurada en Chile, hoy muchos hijos de las bendecidas tierras quillotanas están esparcidos  por todo Chile llevando el mensaje que significa verdadero gozo y paz para este mundo en que vivimos, el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo .



Fuente:
1. Autobiografía de Parley P. Pratt, pág. 395 (traducción)
2. Autobiografía de Parley P. Pratt, pág. 394-395 (traducción)
3. Autobiografía de Parley P. Pratt, pág. 396 (traducción)

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