sábado, 26 de enero de 2013

Gracias querido Presidente Gordon B. Hinckley

Por Rodolfo Acevedo
Archivo: Páginas Locales Chile
Liahona, Abril 2008

El presidente Gordon B. Hinckley saludando a los Santos 
en su última visita a Chile en el año 2006

Escribo como un converso que fue bautizado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en el mes de agosto de 1968 en las playas de las Rocas de Santo Domingo, el mismo año en que el apóstol Gordon B. Hinckley recibió la asignación del Presidente David O. McKay de supervisar el progreso de la obra de la Iglesia en Sudamérica. 

Recién ésta tenía tan sólo 12 años de establecida en nuestro país (1956) y eran los años en que las pequeñas ramas de la Iglesia Mormona en Chile, mayormente funcionaban en casas arrendadas, y los bautismos eran realizados en piscinas públicas, en ríos, playas, o en pilas ideadas por los propios misioneros, como la que se encuentra en la fotografía de más abajo, los días en que la Iglesia era dirigida tanto en los aspectos temporales como espirituales por la oficina de la Misión Chilena que tenía su sede en la calle Alcántara 360 en la comuna de Las Condes bajo la dirección del Presidente de la Misión de aquellos días Robert H. Burton, con sus misioneros y con un aún todavía pequeño grupo de sacerdotes locales, eran también estos los días de los misioneros de construcción que edificaban las capillas y de las actividades familiares en la Mutual.


Élder Milton Jensen bautizando en Curicó 
en una pila bautismal muy singular.

Recuerdo una experiencia cuando viajamos en 1969 como miembros de la Ramita de San Antonio a una conferencia en la primera capilla construida por los misioneros constructores en Santiago ubicada en la Calle Manuel de Salas 401 de la Comuna de Ñuñoa, conferencia que sería presidida por la autoridad general visitante y miembro del Quórum de los Doce Apóstoles llamado Gordon B. Hinckley. Recuerdo el feliz regreso a nuestra ciudad en la costa del Pacífico, a mi padre llevando en sus manos el libro “Artículos de Fe” del Élder James E. Talmage firmado por el Apóstol Hinckley, a quien tuvimos la oportunidad de escuchar y de conocer, por primera vez en esa ocasión, posteriormente este libro conteniendo las firmas de mi padre y del Apóstol Hinckley me acompañaría durante mi misión como un texto de estudio de la doctrina de la Iglesia.

Estos recuerdos, ya lejanos en las vidas de mi familia y mía propia, revivieron de inmediato en mi mente cuando mi hijo Charles me comunicó muy temprano por la mañana del recién pasado día lunes 28 de enero, la triste noticia del fallecimiento del Profeta y Presidente de la Iglesia Gordon B. Hinckley.

Escuchar que el Presidente Hinckley había muerto fue un duro impacto para mí, en realidad no esperaba que esta noticia llegara tan pronto, inmediatamente vino a mi mente el pensamiento de que: un profeta de Señor, y un querido amigo de nuestro país y de los Santos chilenos había partido, repetí en mi mente las palabras “Para siempre Dios esté con vos querido Presidente Hinckley”, a la vez que sentí resonar en mi mente como tocada por gaitas la melodía “Danny Boy”, una de sus melodías favoritas que le hacía evocar recuerdos de su juventud cuando sirvió su misión en Inglaterra.

Sentí como una gran bendición mis propios encuentros con este notable siervo de Dios de estos últimos días, el primero de ellos durante mi visita a la ciudad de Lago Salado en 1996, cuando tuve la bendición de almorzar con él y con los directores de Asuntos Públicos de la Iglesia de todo el mundo reunidos allí, en los días en que se hacían los preparativos para la celebración del Sesquicentenario de la llegada de los pioneros al Valle del Gran Lago Salado. Recordé un breve diálogo con él, cuando al ser presentado se enteró que venía de Chile, él me preguntó con su singular sentido del humor: “¿Y quién me va estar esperando en Santiago?, mañana estoy viajando a Chile”, mi respuesta instantánea fue: “Presidente en Chile hay miles de Santos esperándole”, a la vez que dejaba en sus manos un CD de música folklórica chilena, presente que él se llevó en su mano, junto a su corazón, con su paso seguro por entre los pasillos del “Joseph Smith Memorial Building”, mientras su albo rostro esbozaba una cariñosa sonrisa de despedida.

Posteriormente, cuando vino a Santiago en 1999 para tener una reunión con los Santos en el Estadio Monumental, tuve la bendición de ayudarle en su ingreso al país para iniciar una hermosa jornada espiritual con los Santos chilenos al día siguiente.

Ahora en el momento de su partida medito en mi corazón la hermosa relación que el Presidente Gordon B. Hinckley tuvo con nuestro querido país de Chile, una relación que mi corazón siente con fuerza, fue de una sincera amistad y de gran aprecio y cariño por los Santos chilenos.

Los Primeros Viajes del Presidente Gordon B. Hinckley a Chile

El Presidente Hinckley en uno de sus primeros viajes a Chile fue recibido en el aeropuerto de Los Cerrillos por los niños de los Colegios de la Iglesia.

Los registros históricos señalan el año 1967 como el primer año en que el Apóstol Hinckley nos visitó. La hermana Sheri L. Dew, biógrafa del Presidente Hinckley escribió con respecto al primer viaje del Élder Hinckley a Sudamérica, visitando los países de Brasil, Argentina, Chile, Perú y México, que: “A pesar de que había viajado cientos de miles de millas, él nunca antes había puesto un pie en Sudamérica”, agregando que este viaje había tenido como propósito “buscar las condiciones para mejorar las comunicaciones entre la sede la Iglesia en Salt Lake City, Estados Unidos y el continente Sudamericano”.  La misma hermana Dew también señaló que para “el 1 de junio de 1968, el Élder Hinckley fue relevado como supervisor de la Iglesia en Asia para asumir la supervisión  de la obra en Sudamérica”.  Esta nueva asignación lo traería a Chile y a su historia, su presencia en los grandes acontecimientos que marcan el progreso de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos en nuestro país así lo testifican y son esos hechos los que intentaré esbozar como un homenaje a su persona y a su obra como un siervo escogido de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Durante los primeros años en que el Élder Hinckley visitó nuestro país a fines de los años sesenta y principios de los setenta, dejaría un legado de fe entre los santos chilenos, al participar en capacitaciones de misioneros, presidir conferencias, dedicar capillas y realizar los preparativos para la creación de la primera estaca en nuestro país.


El Élder Hinckley rodeado de misioneros en Santiago 
el día 15 de abril de 1969.

Con motivo de mi primera visita a Utah en octubre de 1986 en mi calidad de consejero en la estaca de Santiago Chile Puente Alto, tuve la oportunidad de visitar en su oficina, en pleno centro de la ciudad de Salt Lake, al Élder Robert H. Burton,  quien servía como Presidente de la Misión Chilena cuando el Apóstol Hinckley inició sus visitas a nuestro país.

En aquella ocasión él Presidente Burton me relató la siguiente experiencia con respecto a la visita del Élder Hinckley a Chile en 1969, experiencia que el mismo Presidente Hinckley recordaría en su discurso en el Estadio Monumental treinta años después.

El siguiente es el texto del relato del Presidente Burton cuando le visité en su oficina adornada con motivos de Chile:

“Recuerdo que el Hermano Hinckley vino a Chile en un año de sequía y cuando llegó al aeropuerto estaba muy preocupado por la situación. Expertos de otros países dijeron que habría otro año de sequía. El Hermano Hinckley estaba muy triste con esta situación.

En Santiago dedicó la capilla de La Cisterna y en su oración pidió al Padre Celestial por lluvia en Chile. La gente quedó muy feliz, pero también muy preocupada por lo que habían dicho los expertos.

Después de la dedicación de la capilla de La Cisterna, el salió para Mendoza y cuando volvió de Mendoza, al día siguiente, seguía muy preocupado.

Viajamos a Concepción donde se dedicó la capilla de Talcahuano. En su oración pidió nuevamente por lluvia y al día siguiente comenzó a llover en el Sur de Chile.

Después de esta experiencia,  siempre decía a los hermanos en Chile que la cuenta del agua que teníamos que pagar a Dios era muy grande”.

El Élder Gordon B. Hinckley y la creación de la primera estaca en Chile. (1972)


Élder A. Theodore Tuttle, Hermana Tuttle, Hermana Hinckley, 
Élder Hinckley, Hermana  Earl, y el Presidente Earl
 de la Misión Chilena.

Con respecto a la misión del Presidente Hinckley de crear la primera estaca en Chile en 1970, el historiador Gordon Irving, quien por aquellos años servía en Chile como misionero, señaló: “A principios del año 1970 el Presidente Hinckley visitó Santiago con su vista puesta en la organización de una estaca en Santiago, “pero encontró un nivel insuficiente de pago de los diezmos en los líderes y les avisó que no podía organizar una estaca en tales condiciones y les desafió para que empezaran a pagar el diezmo,  para que en una ocasión posterior, se pudiera organizar una estaca. Eso lo supe a través del presidente Earl o del Élder Tuttle que fueron a Valdivia en los primeros meses de 1970 para una conferencia de misioneros donde yo estuve presente (regresé a casa a fines de marzo de ese año). La memoria es débil, después de tantos años, pero tengo la impresión de que Élder Tuttle o uno de los misioneros que viajaron con los visitantes dijo que el Presidente Earl había llorado de frustración al saber que no se pudo organizar la estaca”.

En relación con este mismo tema, ahora es el propio Presidente Hinckley quien nos comparte  la siguiente impresión: “Vine aquí el año 70 con la misión de organizar la primera estaca. Nos reunimos en la antigua capilla de Ñuñoa. Llamamos a reunión a todo el sacerdocio. Hablamos con 24 de los líderes. Toda la tarde del sábado estuvimos con ellos y le pregunté a cada uno de ellos si estaban pagando los diezmos, sólo dos de los veinticuatro eran pagadores parciales de diezmos, tuve un sentimiento de abatimiento terrible y yo le pedí al Señor que me dijera que hacer.

Al día siguiente tenía la respuesta, no íbamos a organizar la estaca, no estaban  a tiempo para probar al Señor, no estaban pagando sus diezmos.

Había mucho sufrimiento económico, aquellos hermanos creían que no podían pagar el diezmo, yo les dije que sin una fe mayor no podrían constituirse en una estaca”.

El Presidente Hinckley volvió a Chile para esta vez sí dejar organizada la primera estaca el 19 de noviembre de 1972: “En esta ocasión,” relata el Presidente Hinckley, “todos pagaban su diezmo completo, con excepción de dos”. Eran hombres que se veían distintos, eran hombres que habían aprendido a caminar por la fe y que sabían que el Señor los bendeciría de acuerdo con las promesas de Malaquías. (Mal 3:4-6)

De los líderes que fueron llamados a presidir la estaca de Santiago, Carlos Cifuentes, su presidente, era un mecánico de profesión; Julio Jaramillo, su primer consejero, un ingeniero eléctrico y su segundo consejero, Jaime Villalobos, un abogado. “Quien iba a pensar que un mecánico como yo, iba a presidir en la Iglesia”, declararía posteriormente el presidente Cifuentes, un destacado líder de los días pioneros de la Iglesia en Chile y quien al momento de fallecer en 1983 servía como consejero en la Presidencia del recientemente dedicado Templo de Santiago.

La dedicación del Templo de Santiago. (1983)

“El Presidente Gordon B. Hinckley, por aquel entonces Segundo Consejero en la Primera Presidencia, dedicó el Templo de Santiago el día 15 de septiembre de 1983. En ese tiempo, había 140,400 miembros en Chile viviendo en 27 estacas”.

La ceremonia de dedicación del Templo de Santiago en 1983 fue presidida por el segundo consejero en la Primera Presidencia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el Élder Gordon B. Hinckley; él viajó a nuestro país con otras Autoridades Generales para presidir esta importante ocasión para los Santos chilenos, ocasión especial en que un templo entraría en operación en nuestro país. En aquella ocasión y en parte de su oración dedicatoria el Presidente Hinckley expresó:

“Bendice tu obra sobre esta gran tierra de Sudamérica, la cual es parte de la tierra de Sión. Bendice tu obra en esta gran nación de Chile. Que todo lo que se ha hecho en lo pasado no sea más que el prólogo de una obra mucho más grande en lo futuro. Que haya un número siempre creciente de barrios y estacas. Que los de tu pueblo sean reconocidos por la virtud de sus vidas. Bendice la tierra con paz y rectitud y bendice a todos  los que gobiernan para que tus hijos e hijas puedan regocijarse en la nación de la cual forman parte”.


El Presidente Hinckley y las Autoridades participantes 
en las ceremonias de la dedicación del Templo de Santiago.

El Presidente Gordon B. Hinckley aplica cemento 
a la piedra angular del Templo de Santiago de Chile.
Observan los Élderes Bruce R. McConkie y Boyd K. Packer. 
(Foto Church News)


Después de servir como consejero de tres presidentes de la Iglesia (a saber los Élderes Spencer W. Kimball, Ezra Taft Benson y Howard W. Hunter), el Presidente Gordon B. Hinckley fue ordenado y apartado el día domingo 12 de marzo de 1995 como el décimo quinto presidente de la Iglesia.

El Presidente Hinckley que tenía por aquel entonces 84 años había  servido como una Autoridad General por casi 37 años.

“El Presidente Gordon B. Hinckley fue formalmente sostenido por la membresía de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días como el décimo quinto presidente de la Iglesia durante una Asamblea Solemne realizada el día sábado 1 de abril por la mañana, sucediendo en esta posición al recientemente fallecido presidente Howard W. Hunter.

El Presidente Hinckley visita a Chile en 1996.

El 15 de junio de 1996 la Primera Presidencia anunció la creación del Área de Chile, la que se haría efectiva el día 15 de agosto de ese mismo año, la cual sería presidida por el Élder Melvin F. Hammond, siendo llamados para servir como sus consejeros los Élderes Jerald L. Taylor y Eduardo Lamartine.

El Presidente Hinckley y el Élder Hammond, 
Presidente del Área de Chile junto a sus respectivas esposas
contemplan a la multitud reunida en el estadio Santa Laura.

Ese mismo año de 1996 y como otro hito importante en la relación del Presidente Hinckley con los Santos chilenos, lo constituyó su visita a Chile, ocasión en que se reunió con más de cuarenta mil Santos en el Estadio Santa Laura en Santiago.

El Presidente Hinckley llegó a Santiago de Chile, al anochecer del día domingo 10 de noviembre y el lunes 11 de noviembre habló a 48 mil miembros, en dos sesiones, en el Estadio Santa Laura de Santiago. Él también habló a 1,000 misioneros de las misiones de Chile Santiago Sur, Oeste y Norte y de la Misión de Chile Viña del Mar.

En parte de su mensaje en la primera sesión de la conferencia, el Presidente Hinckley expresó a los Santos chilenos allí reunidos lo siguiente: “Tengo presente esta ocasión para extender un desafío a todos y a cada uno de ustedes, de poner en orden su vida, a fin de ser dignos de ir a la casa del Señor y recibir las bendiciones que son exclusivamente suyas. ¿Podría haber en el mundo entero bendición mayor que el sellamiento de marido y mujer, de hijos a padres? Mis hermanos y hermanas, les ruego que no dejen pasar esa maravillosa oportunidad que es de supremo valor. Aprovéchenla. Les ruego que se preparen para ir a la casa del Señor y sellarse juntos, como familias. Allí tienen un hermoso templo que los está esperando. Les suplico que lo aprovechen, y Dios los bendecirá con felicidad en el corazón y en su vida. No hay otro lugar en todo Chile que pueda compararse con la casa del Señor, ninguna otra Iglesia tiene nada similar. Pero ustedes tienen el privilegio, mis amados hermanos y hermanas, de beneficiarse con esa santa casa. Eso significa que obedecemos la Palabra de Sabiduría, significa que pagamos el diezmo. Significa que tenemos un testimonio de la veracidad y de la divinidad de esta obra. Significa que tratamos a nuestra esposa y a nuestros hijos con bondad, con amor y con respeto. Los requisitos son grandes pero más grandes son las bendiciones; por lo tanto, espero que las aprovechen.

Una visión de los Santos reunidos en el Estadio Santa Laura 
en Santiago de Chile.

La revista “Ensign” que se publica en la ciudad de Lago Salado informó de la visita del Presidente Hinckley en los siguientes términos, bajo el título “Ahora es el tiempo en Chile”: “Más de 300 buses estuvieron entre los medios usados por 48.000 miembros chilenos. 15 mil más de lo esperado, quienes vinieron a un estadio en Santiago para escuchar al Presidente Hinckley. Él habló en dos sesiones de conferencia, una para miembros de estacas y distritos del Norte de Chile y una segunda sesión para miembros de estacas y distritos del Sur de Chile. A él y Élder Scott se le unieron en Santiago de Chile los miembros de la Presidencia del Área: Élder F. Melvin Hammond de los Setenta y sus consejeros, Élder Jerald L. Taylor de los Setenta y Élder Eduardo A. Lamartine, una Autoridad de Área.

Mientras estuvo en Santiago el Presidente Hinckley se reunió con misioneros y participó en una entrevista con Santiago Pavlovic de Televisión Nacional de Chile. La entrevista llegó a ser parte de un programa de información acerca de la Iglesia que salió al aire el 14 de noviembre de 1996. El programa enfatizó la obra misional y el crecimiento de la Iglesia en Chile.

Comentando posteriormente acerca de la visita del Presidente Hinckley, Élder Hammond dio un ejemplo del sacrificio que los miembros hicieron para asistir a la conferencia: Careciendo de dinero para comprar un pasaje en bus una familia consiguió suficiente dinero para comprar un saco de harina; la madre hizo el pan y lo vendió en la calle, ganando bastante dinero para repagar el préstamo y pagar el viaje de su familia de ida y vuelta a Santiago”.

Autoridades de Área Chilenas reunidas en el 
Estadio Santa Laura con sus respectivas esposas.

La visita del Presidente Hinckley a Chile en 1999.

Fiel a su promesa de compartir su testimonio con muchos miembros de la Iglesia en todo el mundo, mientras el Señor le diera fuerzas para viajar el Presidente Hinckley llegó a Santiago en abril de 1999 para presidir una Conferencia Regional llevada a cabo el 25 de abril del mismo año en el Estadio Monumental.

“Unos estimados 57,500 miembros de la Iglesia y amigos 
se reunieron en un estadio de fútbol para escuchar hablar 
al Presidente Hinckley en una conferencia regional en Santiago, Chile”.

“La reunión del presidente Hinckley con los 57,000 santos chilenos en Santiago fue considerada como la reunión internacional más grande de Santos de los Últimos Días que jamás se haya realizado. Entre la oraciones dedicatorias del nuevo templo de Bogotá, Colombia, el presidente Hinckley voló a Santiago en un jet privado, acompañado de su querida esposa Marjorie para presidir esta reunión, a la cual asistió poco más del 10% de la población mormona de Chile”; así  informó la revista The Ensign en su edición de mes de Julio de 1999.

Esta vez la reunión fue en el Estadio Monumental, en un día que se presentaba lluvioso hasta el momento en que el Presidente Hinckley se paró para hablar. Al concluir la reunión, la lluvia volvió a caer con fuerza.


Parte de la congregación reunida bajo la lluvia
en el Estadio Monumental esperando el inicio de la reunión.

El texto de su mensaje en esta ocasión fue el siguiente:

“Es difícil creer lo que estoy viendo. Me han dicho que hay cincuenta y tres mil de ustedes aquí. Tengo dificultad para aguantarme las lágrimas. Me siento tan profundamente agradecido por su presencia, por el gran esfuerzo que han hecho para estar aquí hoy día, por sus sacrificios para venir, por su disposición a sentarse en el frío. Que el Señor les pueda bendecir por su amor por Él.

Ahora estamos aquí, ayer dedicamos un nuevo templo. Es una hermosa y magnífica estructura. Es un templo hermano del que ustedes tienen aquí en Santiago y en unos pocos meses más dedicaremos otro templo en Guayaquil, Ecuador.

Esta tierra está siendo bendecida con santos templos. Tenemos uno en Santiago, uno en Argentina, uno en Brasil, uno en Perú; ahora uno en Bogotá, otro que está por venir en Uruguay, otro viniendo en Venezuela, y dentro de poco construiremos uno en Asunción, Paraguay, estamos construyendo uno en Bolivia. Así que el tiempo no está muy distante cuando en cada nación de Sudamérica excepto Guyana y Surinam habrá santas Casas del Señor para bendecir a la gente.

Y yo hoy día quiero implorarles a ustedes que puedan vivir dignamente, para que puedan ir a la casa del Señor y participar de las maravillosas bendiciones que pueden tener solamente en ese lugar. Nosotros tenemos una cantidad grande de miembros devotos de la Iglesia acá que van al Templo, pero tenemos miles y decenas de miles que no van.

A ustedes  mis hermanos y hermanas, a ustedes a quienes amo tanto, les suplico esta mañana que pongan sus vidas en orden  para que puedan calificar para tener una recomendación para el Templo, para ir a la Casa del Señor, esta hermosa casa en Santiago, para recibir las bendiciones que no pueden llegar a ustedes en ningún otro lugar de toda esta gran nación.

Estaba en el hospital de Salt Lake City un día, para administrar a un hombre y cuando estaba saliendo de su cuarto, la enfermera se me acercó y me dijo “hay una mujer al final del pasillo que necesita una bendición. Ella tiene 27 años de edad, es la madre de una joven familia y tiene cáncer, y la verdad es que está seriamente enferma”. Yo dije –espero que su esposo esté allí para asistirme, para administrarle- y la enfermera dijo, “él está allí, pero no es digno para asistir”. Ahora, mi hijo estaba conmigo así es que fuimos a su habitación y mientras su esposo estaba sentado en una silla, mi hijo la ungió y yo sellé la unción. Miré a ese hombre, su esposo, que había sido muy descuidado en su forma de vivir, quien había sido miembro de la Iglesia toda su vida, pero que no había valorado su membresía en la Iglesia lo suficiente para poder calificar y poder llevar a su esposa a la Casa del Señor. Y ahora, en ese momento de desesperada necesidad, él se sentó ahí, teniendo su cabeza entre sus manos, llorando, orando, esperando que su esposa pudiera vivir lo suficiente para poder llevarla a la Casa del Señor para que pudieran ser así una familia para siempre.

Ahora les pregunto a ustedes, aquí esta mañana, hermanos y hermanas, y niños, hermosos niños y niñas: ¿Son suyos? ¿Están sellados a ustedes? ¿Serán suyos para siempre, aun cuando la muerte les ataque?, ¿Serán suyos por tiempo y toda la eternidad?  Mis hermanos y hermanas, ustedes quienes no han estado en la Casa de Dios, yo les suplico esta mañana con todo el poder que tengo, empiecen hoy a arrepentirse del pasado, para que pongan sus vidas en orden, para que ustedes puedan ir allí y sellar a ustedes a aquellos a quienes ustedes más aman y que son más queridos para ustedes. Dios les bendiga, que Dios les bendiga para hacer esto.

Como dijo Élder Nelson, participen de la Santa Cena, cada semana participen de la Santa Cena. Congreguen a sus familias alrededor de ustedes para tener noches de hogar. Léanles las escrituras, hablen con ellos, sean amistosos con ellos, oren con ellos, acérquenlos a ustedes.

Paguen sus diezmos, para que ustedes puedan ser elegibles para las bendiciones del Señor. No sé cómo Él podría bendecirles si ustedes no viven dignamente de sus bendiciones, si no le devuelven a Él un pequeño monto de aquello con lo que Él les bendice.

Yo estuve en China una ocasión, en Taiwán y escuché a un hombre compartir su testimonio sobre el diezmo y dijo: mi esposa y yo fuimos a la Iglesia, los misioneros nos habían enseñado, ellos nos enseñaron la ley de los diezmos y fuimos bautizados. El día vino en que nosotros teníamos que pagar el diezmo y mi esposa y yo debíamos ir al Presidente de la Rama y pagar nuestro diezmo, y le dije a ella: no podemos, no tenemos suficiente dinero, nosotros no podemos pagar el diezmo. Ella dijo: nosotros hicimos la promesa cuando nos unimos a la Iglesia de que nosotros pagaríamos los diezmos, entonces oramos acerca de esto. Entonces fuimos a nuestro pequeño dormitorio y nos arrodillamos y pedimos al Señor que nos diera la fe para pagar los diezmos y que pudiéramos tener comida para poder comer. Entonces solitariamente caminamos hasta la casa del Presidente de la Rama y le presentamos nuestros diezmos y nos fuimos de regreso a casa. Me volví a mi esposa y le dije: ahora no sé dónde vamos a conseguir dinero para obtener arroz, teníamos poco para la semana. La próxima semana fui a trabajar y mi jefe me llamó a su oficina y me dijo: señor Lu, le he estado observando, usted ha sido un muy buen empleado así es que le estoy dando un aumento de sueldo. Él me dio un sobre y cuando fui a mi escritorio lo abrí y tenía exactamente la misma cantidad de dinero que habíamos usado para pagar nuestros diezmos, y fui al Señor y lloré, lloré de agradecimiento al Señor por sus bendiciones sobre nosotros. Ahora muchos años han pasado, ese hombre ahora es anciano, aún sigue fiel, y aún comparte este mismo testimonio, él ha prosperado por el Señor y ha sido bendecido en forma maravillosa.

Hermanos, pongan su fe en Dios, pongan su confianza en el Señor, Él es quien hace la promesa que abrirá las ventanas de los cielos y derramará bendiciones hasta que no habrá lugar para recibirlas.

Ahora, eso no significa que todos nos vamos a hacer ricos, pero significa que seremos bendecidos por el Señor.

Veo que hay un anuncio aquí en este estadio que dice “Just do it” (sólo hazlo), sólo háganlo, confíen en el Señor.

Yo siento que debo prometerles a ustedes que Él les bendecirá y que serán abiertas a ustedes las puertas del Templo del Señor para que ustedes puedan ir allí y disfrutar de estas ricas y grandes bendiciones y ustedes serán unidos para siempre como familia, como esposos y esposas, como padres e hijos, viviendo juntos en amor y respeto los unos por los otros.

Bueno es suficiente por ahora, el hermano Rodolfo Acevedo escribió un informe acerca de que yo vine aquí el año 1969, las montañas estaban secas, había existido en ese tiempo una terrible sequía en Chile, que no había habido lluvia por un tiempo muy largo y yo estuve en esa ocasión para dedicar una capilla en La Cisterna. Durante la dedicación yo oré y pedí al Señor por humedad y más tarde en la misma semana dediqué otro edificio en Talcahuano, allí también rogué al Señor por lluvia. Había llovido escasamente durante dos años. Ahora estas son las palabras del hermano Acevedo: “al día siguiente de la visita del Presidente Hinckley, la lluvia comenzó a caer desde el Sur de Chile; las nubes comenzaron a moverse hacia el Norte trayendo la ansiada lluvia a todo el país, aún a Antofagasta llegó, donde la lluvia es bastante escasa, hubo dos lluvias torrentosas”. En Concepción la lluvia duró por treinta días y los santos sugirieron que yo regresara para que la lluvia parara. El hermano Acevedo dice que la lluvia fue la respuesta a la fe y oraciones.

Yo recuerdo esa ocasión hace treinta años atrás, recuerdo haber rogado por lluvia, y recuerdo reportes que la lluvia cayó sobre la tierra. Yo creo que fue una respuesta a la fe y oraciones de los Santos de los Últimos Días, entonces muy pocos, su fe vino para bendecir a toda la nación.

Y me gustaría decirles a ustedes, que si ustedes viven el Evangelio, si ustedes viven en fe, si ustedes hacen lo que deben hacer, no sólo ustedes serán bendecidos, sino que todo este pueblo será bendecido, porque el Dios de los cielos sonreirá con amor para ustedes y a la tierra donde ustedes moran.

Ahora, yo he estado viniendo por varios años. Organicé la primera estaca aquí en 1972, vine aquí para organizar lo que los hermanos consideraban lo suficientemente grande para organizar una estaca, pero en el proceso de organizar esa estaca yo entrevisté a todos los hermanos, todos los líderes del sacerdocio y encontré que no estaban pagando sus diezmos, eso fue el sábado y no sabía qué hacer. Oré esa noche en la vieja casa de la Misión en Las Condes, pidiendo guía al Señor para saber qué hacer. En la próxima mañana cuando nos reunimos en la capilla de Ñuñoa, tristemente le dije a la gente que había venido para organizar una estaca, pero que había encontrado que no estaban pagando sus diezmos, y que no estaban listos…Volví…y les entrevisté nuevamente, y descubrí que la fe había reemplazado la duda y que la gente estaba pagando sus diezmos y nosotros organizamos la estaca, con el hermano Carlos Cifuentes como su Presidente, un hombre muy humilde y maravilloso que fue llamado para presidir sobre esta estaca de Sión y el hermano Jaramillo, quien ofreció la primera oración esta mañana, como uno de sus consejeros, hombres de fe. Ahora al ver al hermano Jaramillo hoy día me maravillo como él ha crecido en la Iglesia, un buen y gran líder, un hombre de gran fe.

Ahora hermanos míos, sean verdaderos con el Señor, Él es su fuerza, Él es su salvación. Es Él quien puede bendecirlos, es Él quien desea bendecirlos. Búsquenlo a Él por cada don y cada bendición. Arrodíllense y oren, y párense en sus pies y hagan su voluntad y pongan su confianza y fe en Él que Dios les bendecirá. Yo, como sirviente de Él les hago esa promesa. Sólo háganlo.

Pronto tendremos que dejarlos para ir a Bogotá, para poder terminar con la dedicación del Templo. La verdad es que no puedo dejar esta gran congregación, hay algo maravilloso en su presencia aquí, suficiente para hacerlo llorar a uno. Gracias, gracias por venir. Soy un hombre viejo, viajo por todo el mundo por el interés de esta obra, por muchos años he ido regresando entre los Santos de los Últimos Días bajo la autoridad del Santo Apostolado, y cómo he llegado a amarlos. No me interesa el color de su piel, no me importa la forma de sus ojos, no me interesa la lengua que hablen, sólo me interesa su bondad, su fidelidad, el amor que tengan por el Señor.

Sean buenos, sean amables unos a otros. Padres honren su sacerdocio, amen y traten bien a sus esposas. Esposas amen a sus esposos y ayúdenlos, ellos necesitan ayuda.

Padres sean amables con sus hijos, no necesitan recriminarlos o pegarles, sólo necesitan amarlos y orar con ellos y ellos serán buenos y ustedes se sentirán orgullosos de ellos al verlos crecer como fieles Santos de los Últimos Días.

Sean honestos en todo lo que hacen, no roben, no hagan trampas. Hagan todas las cosas con honradez con sus vecinos, con sus empleadores, con todos los que se asocian. Nosotros creemos en ser honestos y ser verdaderos y virtuosos y buenos.

Dios les bendiga, dejo mi oración con ustedes, dejo mi bendición sobre ustedes. No sé si alguna vez podré regresar aquí nuevamente. Así lo espero, pero cada año se me vuelve más difícil viajar al ponerme más viejo. Voy a tener ochenta y nueve años de edad en junio y cuando ustedes llegan a ser así de viejos, nunca saben cuánto van a durar. Pero siempre voy a llevar conmigo amor en mi corazón por la grandiosa, buena, maravillosa y humilde gente que he conocido aquí en Chile, en esta gran ciudad de Santiago, aún hasta más al Sur de Concepción donde el viento corre tan fuerte, y todo hacia el Norte a través de todas las grandes tierras del desierto, entre aquí y Antofagasta y aún hasta Arica. Que las bendiciones del cielo puedan estar sobre ustedes, y que pueda haber paz, amor, bondad en sus corazones, y que el amor del Salvador esté siempre con ustedes.

Recuerden y nunca olviden que Dios está en los cielos, que Él es su Padre y mi Padre, y que Él es el Padre de su Unigénito en la carne, el Señor Jesucristo quien vivió y murió por cada uno de nosotros y después de muchos años de apostasía desde que Él había resucitado de los muertos; ellos, el Padre y el Hijo, aparecieron nuevamente y el velo se descorrió. En esta dispensación del cumplimiento de los tiempos, trajo de vuelta el Sacerdocio con todo su poder, dones y autoridad y la verdadera Iglesia del Señor que lleva Su santo nombre, si el nombre de Jesucristo; es el deseo del Padre bendecirnos y nosotros debemos poner nuestra confianza en Él. Una vez más, sólo háganlo (“Just do it”), sólo háganlo. Dios les bendiga, Dios esté con ustedes hasta que nos veamos otra vez, sólo háganlo. Que Dios esté con ustedes hasta que nos veamos nuevamente. Les dejo mi testimonio, les dejo mi propio testimonio, les dejo mi bendición, les dejo mi amor, en el nombre de Jesucristo, amén”

El Presidente Hinckley y su esposa Marjorie tras su visita 
a Chile en 1999 se dirigen al avión que los llevará de regreso
 a Colombia, para seguir participando en las ceremonias
 de la dedicación del Templo de Bogotá.

Su último adiós a Chile

Diversos hechos precedieron la última visita del Presidente Gordon B. Hinckley a nuestro país en el año 2006, visita que sería la última que realizara a esta tierra de “promisión y profecía”.

Entre los acontecimientos destacados estuvo la remodelación y ampliación del Templo de Santiago, con sus trabajos y posterior actividad de Puertas abiertas, previa a las ceremonias de re-dedicación.

Al concluir los trabajos de ampliación y remodelación del Templo de Santiago fueron miles las personas que visitaron y recorrieron sus instalaciones.

El domingo 12 de marzo de 2006 el Presidente Gordon B. Hinckley ofreció la oración dedicatoria y re-dedicatoria del Templo de Santiago, sería ésta también la última bendición directa dada por un profeta a los Santos chilenos en su propia tierra, concluiré este relato en honor del Profeta Gordon B. Hinckley, quien ha partido, con un extracto de su oración dedicatoria ofrecida en el Templo de Santiago de Chile:

“Hace veintidós años y medio, dedicamos y consagramos ésta, Tu Santa Casa. Durante esos años, una obra grande y maravillosa se ha llevado a cabo aquí.  Millares han recibido las bendiciones y las ordenanzas que se brindan en Tus Templos. Grandes números de los que están al otro lado del velo de la muerte han venido a ser los beneficiarios de las sagradas ordenanzas de la casa del Señor. Se han efectuado bautismos vicariamente por los muertos a fin de que puedan seguir adelante por el camino que conduce a “la inmortalidad y la vida eterna”.

Todo eso se ha realizado conforme a las revelaciones dadas a Tu instrumento escogido,  el profeta José Smith.

Esta sagrada casa ha sido renovada, redecorada y ampliada, y se ha hecho más hermosa y adecuada para los fines para los que fue prevista.

Actuando en el nombre de Jesucristo, y con la autoridad del Santo Sacerdocio que se nos ha conferido, dedicamos, re-dedicamos y consagramos a Ti, nuestro Padre y nuestro Dios, y a Tu Hijo Amado, nuestro Salvador y Redentor, éste, el Templo de Santiago, Chile, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”.

Bendice Tu obra en esta gran nación de Chile. Suplicamos que sus ciudadanos disfruten de las bendiciones de la libertad. Rogamos que Tu obra crezca en fortaleza y en poder, así como en tamaño y en dimensión. Imploramos que las estacas de Sión sean halladas por todas partes en el país desde el extremo Sur hasta el extremo Norte”.

Gracias Presidente Hinckley por vuestra preocupación y cuidado por nosotros, que el Señor le bendiga junto a sus seres más queridos con quienes se ha vuelto a reencontrar al otro lado del velo,  y también junto a los grandes líderes de las diferentes dispensaciones del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

Nuestra felicidad es que usted está bien, está feliz junto a su querida esposa Marjorie y con una gran y maravillosa obra cumplida en la tierra, y como sucede entre los grande amigos, aun cuando estemos lejos y no nos volvamos a ver en esta vida mortal, el día de nuestro reencuentro será como si siempre hubiésemos estado juntos, como si nunca nos hubiésemos separado. “Muchas Gracias Querido Presidente Hinckley”.

Trabajos de remodelación del Templo de Santiago.

Trabajos en el sitio de la nueva pila bautismal 
del Templo de Santiago.

El lugar de la Pila Bautismal.

El Templo de Santiago ya remodelado

Las Puertas Abiertas

Visita de hermanos Ecuatorianos en las Puertas Abiertas
del Templo de Santiago

Una larga fila para entrar al Templo

El Presidente Hinckley y su presencia en el evento cultural.

El día antes de la re-dedicación del Templo de Santiago los jóvenes de diversas estacas de Chile presentaron al Profeta un espectáculo musical folklórico de Chile.
Fue esta una experiencia hermosa e inolvidable.

Las Autoridades en el estrado observan a la multitud 
reunida en el estadio

Jóvenes participantes del Evento Cultural

Los pañuelos blancos de la despedida llegaron a convertirse
en un símbolo, una señal de afecto que comenzó en Chile,
según quedó reflejado en un artículo del New York Time.

3 comentarios:

  1. Hola! gracias por compartir todos estos hermosos recuerdos de las visitas del presidente Hinckley en Chile. Note que le falta el texto de la visita del presidente Hinckley al Estadio Santa Laura en 1996 y justo se dio la coincidencia de que acabo de traducirlo desde las paginas 361 y 362 del libro "Discourses of President Gordon B. Hinckley 1995-1999" aqui dejo la direccion http://materialsudchile.blogspot.com/

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  2. yo queria compartir mi experienciade ese dia, estaba en el ccm preparandome para ir a la mision el 11 de noviembre de 1996 cuando el Pte. hablo con los misioneros y yo al salir pude saludarlo con un abrazo, fue maravilloso y toda esa experiencia nos ayudo a salir a a la mision con mucho mas animo

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  3. Estuve en Chile en 1996 y 1999 para las visitas del Presidente Gordon B Hinckley
    fue una experiencia Matavillosa e Inolvidable
    Como este ano estudiaremos su vida en el libro de los presidentes de la Iglesia y soy el maestro del Quorum de Elderes aqui en Boca Raton Florida de una Rama Camino Garden
    Ha sido emocionante para mi recordar su ensenanza que nos dejo
    Sergio Collio Enero 03 de 2017

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